El testimonio de una víctima de la mutilación genital

En pleno 2016 la mutilación genital femenina (MGF) sigue realizándose en varios países del mundo (pese a que ya ha sido prohibida en la mayoría de las naciones). Conoce la historia de Khadija Gbla, una víctima de este mal que hoy ha salvado la vida de muchas niñas en Australia.

Cuando tenía 3 años, en 1991, estalló la guerra en Sierra Leona, por eso, huimos de la guerra y terminamos en Gambia, en África Occidental. Cuando estábamos ahí como refugiados, no sabíamos qué sería de nosotros. Mamá solicitó la condición de refugiados y Australia nos aceptó.

Antes de saber que viajaríamos, mamá llegó un día a casa y dijo: «Nos vamos de vacaciones”. Nos metió en el auto, anduvimos por horas y terminamos en el monte en una zona remota de Gambia. Ahí encontramos 2 chozas. Una anciana vino hacia nosotros. Habló con mi mamá y regresó a donde estaba.

Luego volvió y se metió en otra choza, alejándose de nosotros. Me quedé ahí pensando: «Esto es muy confuso”. Lo próximo que supe fue que mi mamá me llevó a esa choza. Me sacó la ropa y luego me sostuvo contra el piso.

Luché y traté de quitarla de encima, pero no pude. Entonces la anciana vino hacia mí con un cuchillo que se veía oxidado, una navaja bien afilada, anaranjada, que no había visto nunca agua ni luz del sol. Agarró lo que ahora sé que es el clítoris, sacó el cuchillo oxidado y empezó a cortar, poco a poco.

Grité, lloré y le pedí a mi mamá que me liberara para que terminara el dolor, pero lo único que hizo fue decir: «Cállate».

La anciana me cortaba la carne por lo que parecía una eternidad, y cuando terminó tiró el trozo de carne al piso como si fuera la cosa más asquerosa que hubiera tocado en su vida. Las 2 se retiraron y me dejaron ahí sangrando, llorando, gritando, y confundida por lo que acababa de pasar.

Nunca volvimos a hablar del tema. Pronto nos iríamos para Australia. Ahí me uní al programa de mutilación genital femenina sin ser consciente de lo que significaba realmente este programa o de que esto tenía algo que ver conmigo.

Por meses enseñé a enfermeras y médicos qué es la mutilación genital femenina y dónde se practica: En África, Oriente Medio, Asia, y ahora en Australia, Londres, EE.UU.

Existen 3 tipos de MGF. Tipo I es cuando amputan el capuchón. Tipo II es cuando amputan todo el clítoris y parte de los labios mayores. Y Tipo III es cuando amputan todo el clítoris y luego te cosen de modo que queda solo un pequeño orificio para orinar y menstruar.

Mis ojos se posaron en la Tipo II. Antes de esto, tenía como una amnesia. Tenía tal conmoción y trauma por lo que había pasado que no recordaba nada de lo ocurrido.

Sabía que tenía una cicatriz ahí abajo, pero pensaba que todo el mundo la tenía. Pero cuando miré la Tipo II, todo me volvió. Recordé lo que me habían hecho. Mi mamá me había dicho que se llamaba circuncisión, pero era mutilación. Me quedé pensando: Soy una persona mutilada.

Entonces apareció la ira. Fui a casa y le dije a mi mamá: «Me hiciste algo a mí». Me arrancaste algo que me pertenecía».

«Es cierto. Lo hice por tu propio bien. Era lo mejor para ti. Tu abuela me lo hizo a mí y yo te lo hice a ti. Eso te hizo mujer». Si no te hubieran circuncidado, te picaría ahí abajo. A las mujeres que no están circuncidadas les pica todo el tiempo. Y entonces se la pasan acostándose con cualquiera. Tú no te vas a andar acostando con nadie.»

Tras pasar por la etapa de enojo, dolor y confusión, acudí a una terapeuta, y le dije: «Siento que no soy una mujer porque a mí me hicieron eso. Me siento incompleta. ¿Voy a terminar siendo asexuada?» No pudo contestarme, así quedaron, sin respuesta.

Cuando empecé a tener el período a eso de los 14, me di cuenta de que no eran normales a causa de la MGF. Eran intensos, largos y muy dolorosos. Luego me dijeron que tenía fibromas y el médico me dijo que quizás no podría tener hijos.

Luego me casé. Y entendí lo que me habían dicho: «No puedes tener hijos». Pensé: «¿esta es mi vida? ¿La vida es solo eso?» Me alegra contarles que hace 5 meses me dijeron que estaba embarazada.

Todo mi dolor lo transformé para que sirviera de algo. Por eso dirijo una organización que se llama «No MGF Australia». Hace 2 días, por ejemplo, tuve que llamar al Servicio de Protección Infantil porque en algún lugar de Australia había una niña de 4 años cuya madre pensaba practicarle MGF.

En Australia, 3 niñas por día están en riesgo de sufrir MGF. Este es un problema de Australia. No es un problema de África. No es un problema del Oriente Medio. No es de blancos, no es de negros, no tiene color; es un problema de todos.

La MGF es abuso infantil. Es violencia contra las mujeres. Nos dice que no tenemos derecho sobre nuestros cuerpos. Bueno: le digo no a eso. ¿Y saben qué? Es basura. Eso es lo que tengo que decir al respecto.

Mi cita preferida es: «Todo lo que hace falta para que triunfe el mal es que unos pocos buenos hombres y mujeres no hagan nada». ¿Van a permitir que el mal de la mutilación genital femenina triunfe en Australia? No creo. Entonces, ayúdenme a asegurar que esto se termine en esta generación.

Fuente: actitudfem.com